VIVA•EDY, un Privilegio fílmico sobre una obra Indestructible
Por: Diego Aranda
No acostumbro a escribir textos sobre artistas en primera persona para publicar en los medios que me permiten, con gentileza, exponer las ideas y el prudente conocimiento acerca de ellos, pero siento que en este caso debo hacerlo, ya que me toca de cerca lo que se dirá en las siguientes líneas.
Ya no recuerdo cuántos encuentros he tenido con el maestro Edy Martínez. No es que hayan sido muchos, pero generalmente han sido trascendentales como todo lo que ha hecho y la forma como toca las vidas de quienes le conocen. La primera vez ocurrió en el marco de un evento en mi ciudad natal, Bogotá, en el que se ofrecía un recital con una tarima montada en la Plaza de Bolívar, mesas con manteles blancos, flores en el centro, todo dispuesto para que la gente se sentara y se sintiera en un lugar fastuoso.
Allí se presentaría gratuitamente Edy Martínez para presentarnos su trabajo Privilegio, para mí el verdadero primer álbum de latin jazz hecho en el país. Los nombres que figuraban en el CD estaban encarnados en tarima y vimos sus brillantes ejecuciones en vivo. Aún no nacía Jazz Al Parque, pero estábamos cerca. Antes del show, Martínez caminaba como cualquier transeúnte entre el público que no le reconocía a su paso. Lo abordé y le mostré por medio de mi walkman el segmento de Rareza Guajira con Ray Barretto que tenía grabado en un cassette y atinó a decir “¡Caramba, que bello que tengas eso! Lo hicimos hace mucho con el maestro Barretto, un pequeño aporte a su disco criollo” Realmente, es la pieza más interesante de todo el disco que por vez primera reúne el lenguaje del Jazz con la naturaleza criolla de la guajira cubana.
La segunda ocasión que recuerdo fue en el marco del festival Jazz al Parque 2004, en el Teatro al Aire Libre La Media Torta, también en Bogotá. Allí me sucedió algo particular con él ya que se presentaba un grupo muy interesante desde Medellín llamado Polaroid y este grupo mezclaba el jazz con unas notables influencias de rap. El maestro se vio gratamente sorprendido por la creatividad de este grupo. Yo me había sentado al lado de él para pedirle una foto y también para presenciar este espectáculo y al verlo solo me quedé a su lado para compartir impresiones acerca de lo que ocurría en el festival. El simple ejercicio de escucharlo era fascinante, pues sus opiniones estuvieron centradas en lo musical y a cada agrupación le dedicó sus elogios de una manera constructiva y consciente. Con la sencillez de cualquiera que estuviera sentado con nosotros me preguntó: «¿dónde será que venden el CD de estos muchachos? quisiera comprarlo» y me fui con él a la fila que estaba apostada en un costado de la tarima para adquirir el ejemplar.
Los siguientes encuentros se presentaron en la ciudad de Medellín, el primero de ellos en el Parque Cultural Débora Arango en el que presentó un recital con estudiantes de música. El siguiente se dio en el Teatro Metropolitano donde nos lo encontramos, junto a mi amigo Jorge Bedoya y le hicimos la adquisición de su trabajo Latin Jazz Affair y la respectiva foto.
La quinta fue presenciando su show junto a la Latina All Stars en el marco del festival Medejazz donde tocó magistralmente la versión que hiciera con Mongo Santamaría de sofrito que luego sería regrabada por el mismo Mongo y el pianista Armen Donellian y que terminaría siendo la más famosa. Impresionantes solos hicieron vibrar a los asistentes de aquella velada y quedó para el registro de este festival de Jazz de Medellín. Pero el sexto encuentro, de los que recuerdo, fue el más trascendental y no fue en persona, sino a través de la pantalla gigante. Hasta ahí, mi película vivencial con Edy.
Gracias al trabajo de Carlos Ospina pudimos ver retratado todo lo que habíamos leído sobre el maestro Edy Martínez y su vida fue puesta en escena a través de testimonios personales y recreaciones maravillosas en dibujos animados, además de entrevistas a personajes claves en su recorrido musical y la tras escena de su nueva grabación Travesía y Legado con el episodio de Cuba, al lado de José Luis Cortés El Tosco, Alexander Abreu y otros grandes músicos de Cuba como Barbarito Torres.
Este maravilloso documental ha traído a mi memoria tantas grabaciones y me ha revelado otras más y momentos cruciales en la vida de este gigantesco músico que con total sencillez ha llevado el nombre de Colombia en alto silenciosamente y que merece un homenaje como este y muchísimos más que lo dejen en la memoria de un país que suele olvidar sus grandes glorias y que prefiere resaltar a aquellos que aparecen continuamente en pantalla y cuyo aporte es infinitamente inferior.
Edy Martínez ha sido respetado por figuras como Tito Puente, Larry Harlow, Ray Barreto, Eddie Palmieri -quien excepcionalmente lo dejó tocar su piano en una de sus grabaciones con el tema Resemblance en el trabajo Unfinished Master Piece, maravilloso álbum que significó un Grammy, uno de los seis que lleva ya el representante de Pasto en su cuenta personal.
También el documental transmite eventos duros como la soledad del genio, la incomprensión a su impresionante creatividad, la ingratitud de estrellas de la Salsa, el usufructo que de una de sus obras hicieron acopio otros para llegar a la inmortalidad sin darle crédito, la soledad que lo acompaña y en nuestra experiencia, la escasa o nula afluencia de público a una propuesta audiovisual que merecería mejor suerte en las salas del país. Mientras que en otras ciudades piden a gritos que se proyecte el documental, en otras casi nadie asiste.
Este documental logra conmover en ciertos momentos, como aquel donde con total sencillez Edy muestra una grabación en cassette que le dejara el propio Tata Güines, luego de una entrevista que le hicieron acerca de su participación en el disco Intercambio Cultural de la Típica 73 donde uno de sus cortes, Fiesta de Tambores es arreglada por Edy Martínez y para sorpresa del colombiano el intérprete de las percusiones sería el gran maestro cubano, quien a su vez, narra con total orgullo haber ejecutado un arreglo de semejante factura.
Y un momento hilarante cuando Luis Perico Ortiz comenta de aquellos días junto a la orquesta de Mongo Santamaría en la que hacía parte él y Edy Martínez cuando le ocurre a Mongo un momento incómodo que ocasionó una risa permanente durante todo el show por parte del colombiano, quien tuvo que voltear su piano para poder seguir tocando.
Los invaluables y muy sentidos testimonios de gente como Orlando Godoy, Orlando Marín, Tito Allen, Oscar Hernández, Johnny “Dandy” Rodríguez, Willie Rosario, Jimmy Delgado, Adalberto Santiago, Tempo Alomar, Bobby Valentín, José Mangual Jr., los colombianos Vivian Ará, su sobrino Samuel Torres y Yuri Buenaventura y especialmente, Gilberto “El Pulpo” Colón, tal vez quien más palabras dedicó a nuestro maestro en este espacio cinematográfico que fue laureado en festivales como el Pacific International en 2 categorías y el Nohida International y producido por el canal Telepacífico y La Topa Tolondra de Cali.
Pero todo lo que se cuenta acá es nada sin la ayuda de las imágenes y el testimonio del propio Edy Martínez razón por la cual conviene verla antes de que sea retirada de las salas de cine y que cada quien tenga sus propias impresiones acerca del mismo.
Es un material que sirve por igual a músicos experimentados o aficionados que disfrutan de la salsa en latín jazz y las complejas expresiones de la música latina.
Es útil también para reconocer en la persona de Edy Martínez un genio de legado imperecedero, que en una publicación le llaman “El Billy Preston Latino”, pero a mi modo de ver, Edy no es comparable con nadie. Simplemente los supera a todos. Este material ha sido realizado con mucho esfuerzo y dedicación, sobrepasando barreras como la molesta inquisición de los denominados ‘derechos de autor’ que impiden que el relato se refuerce con los ejemplos originales de cada sonido en el que intervino el pianista, las dificultades a raíz de las restricciones propias de la pandemia, la salud propia del maestro y el olvido creciente de una música que debería ser recordada como la más grande pero aún así, logra transmitir el mensaje de manera óptima. Un laurel más de parte del público que siente estas artes con el alma.