La calle Baldorioty se desliza libre por el corazón de Coamo, el que fuera el tercer pueblo fundado en Puerto Rico, luego de San Juan y San Germán. Su mirador Cerro Pico, ofrece una vista completa de toda la población fundada bajo un nombre derivado del término taíno coama, cuyo significado es “lugar llano y extenso”. En sus primeros tiempos sus límites llegaban hasta la Cordillera Central y la costa sur. Luego, al promediar el siglo XIX perdió muchos sectores, que luego se convirtieron en poblaciones vecinas. En la actualidad, al norte se encuentra con Orocovis y Barranquitas; al oriente conecta con Aibonito; al sur, limita con Santa Isabel y Salinas y al occidente, con Juana Diaz y Villalba. 

El 6 de mayo de 1930, nació en Coamo, concretamente en la calle Ramón Emeterio Betances, un nño a quien llamaron oficialmente Fernando Luis Rosario Marín. Desde muy pequeño tuvo inquietudes alrededor de la música. Cuando tenía siete años de edad, se divertía utilizando latas de galletas como instrumentos de percusión que ejecutaba desde el balcón de su casa, acompañando melodías de la orquesta del bajista puertorriqueño Rafael Muñoz (“Pa’ Lante es pa´llá”,”Rumbamba”, “Bembeteo No Más”), por la que pasaron el cantante José Luis Moneró, el pianista Noro Morales y César Concepción, quien también fue su mentor. De igual manera, seguía los sonidos del Sexteto Puerto Rico, Mingo y sus Whoopee Kids, donde se destacaba la gran cantante Ruth Fernández. 

Cuando su madre vio las inmensas posibilidades de su talento lo matriculó en la primera escuela de música inaugurada en el pueblo, donde intentó aprender la guitarra pero no tuvo mucho dominio de este instrumento. Pasó a estudiar saxofón, sin un marcado interés. A sus 12 años, estudió solfeo con el único profesor de música de la región, el maestro Juan Suárez mientras cursaba el noveno grado. Ahí compartió pupitre con Bobby Valentín, Willie Rodríguez, Luis Manuel Rodríguez y Carlos Luis Martínez, a quien llamaban ‘Coamito’. 

 LOS PRIMEROS AFINQUES

 En su sonora adolescencia, organizó el Conjunto Coamex en su tierra natal, cuando contaba con 15 años de edad. Se desempeñó en el bajo, utilizando los escasos dos tonos que aprendió mientras estudió la guitarra. Ayudó con este trabajo a la economía de su familia hasta cuando sobrevino la crisis económica en la Isla y tuvieron que salir a buscar nuevos horizontes más prometedores. Nueva York fue el destino de la familia Rosario y comienza una era de duros trabajos para Fernando Luis. Trabajó como obrero en el Departamento de Correos de la Joyería Cartier, en la Quinta Avenida de Manhattan. Luego, estuvo en la fábrica de muebles para oficina Arts Steel Company y fue encargado de las bodegas. 

Años más tarde, se enlistó en el ejército, justo en el periodo en que se gestó la agresión contra Corea, 1950 al 53. Durante este tiempo, aprovechando las licencias que le otorgaban los oficiales, iba de vez en cuando al Palladium a ver las orquestas que se presentaban por aquel entonces, durante la naciente fiebre latina. Estas visitas cambiaron su perspectiva frente a la música al conocer al genio que tocaba los timbales. Por este tiempo, era costumbre que los timbaleros ejecutaran este instrumento estando sentados, al igual que los bateristas de Jazz. La sorpresa para Rosario es que aquel timbalero, que se presentaba bajo el nombre de Tito Puente, los tocaba de pie y esto le motivó a aprender más sobre esta variante percutiva que sería su sello de por vida. Otro ejecutante que lo inspiró fue Ubaldo Nieto. 

Al terminar su servicio militar, estudió con un judío de nombre Henry Adler y con Willie Rodríguez, hermano de Augusto Rodríguez, fundador del coro de la Universidad de Puerto Rico. En Nueva York, pudo contactar a aquellos músicos a quienes había escuchado en la radio local de Coamo y observó cómo era el desenvolvimiento de los músicos en la gran ciudad. En el año 52, regresó a Borinquen para ver al resto de su familia. Estando allí tuvo la oportunidad de formar parte de la orquesta Fiesta de Puerto Rico, en calidad de baterista, sustituyendo a Monserrate Rivera Alers, Mon Rivera. Regresó a Nueva York y en el Barrio Latino inició una escuela como percusionista en las orquestas de Noro Morales, Aldemaro Romero y Johnny Seguí. Conoció también a Joe Quijano y a Wilfredo Figueroa. Con todas estas actividades sociales se interesó por el periodismo y las relaciones públicas.

Los Dandies del 42 de Johnny Segui, en el club Caborrojeño-1955

Charlie Palmieri, piano. Johnny Ruiz, Trompeta. Willie Rosario, Timbales. Johnny Segui, bajo, director.

Yayo el Indio, Cantante. Larry Moser, Trompeta. Larry Sposito, Trompeta.

Abajo: Vitin Palacios, bongo. Jack Sague, Conga.

(Imagen perteneciente al portal Herencia Latina)

 BUSCA EL RITMO, SUBIENDO LA CUESTA DE LA FAMA

El nombre de Willie Rosario comienza a aparecer en la escena neoyorquina integrando la banda Los Dandys de Johnny Seguí. Tuvo la oportunidad de estar en presentaciones  y además, de grabar. Participó en el disco “Cha cha chá”, que contiene los temas “El bodeguero”, “Duerme” y “Tati” esta última del insigne autor boricua Rafael Hernández. Aprendió lo concerniente al manejo y la disciplina como eje fundamental de éxito para cada agrupación. Este aprendizaje le serviría para más adelante. Entre los años 53 y 56, alternativamente con su trabajo para Seguí, participaba en sesiones al lado del pianista venezolano Aldemaro Romero. Igualmente, con Luis “Lija” Ortiz y con el maestro Joe Quijano. 

En 1957, Johnny Seguí viajó a Puerto Rico y disolvió su Orquesta. Se presentó entonces la oportunidad para Fernando Luis Marín de conformar su propia agrupación con el personal resultante de aquella disolución. En sus inicios, la nueva banda tuvo el apoyo irrestricto de Tito Rodríguez y de Tito Puente. Gracias a ellos, debutó en el Broadway Casino, ubicado en W. 146th Street and Broadway. Por fortuna, contó con el respaldo de los dos genios que reinaban en el ambiente neoyorquino, pues la competencia no era fácil con ellos en los carteles, además de la presencia de los Afro Cubans de ‘Machito’. Rosario tuvo en sus filas un bajista de nombre Roberto Valentín que también dejaría su huella en la música latina bajo el nombre artístico de Bobby Valentín.  En 1959, comenzó a presentarse en Club Caborrojeño de Nueva York, para el que trabajó por espacio de tres años. Se presentaba con frecuencia como baterista de Herbie Mann y ocasionalmente con el grupo Alegre All Star. Al mismo tiempo, fue disc jockey y locutor en distintas emisoras de la ciudad de Nueva York, com radio WALO. 

 LOS DISCOS, EL RETRATO DE UN HOMBRE DE SALSA

 Con su agrupación, Willie Rosario y su Orquesta, grabó bajo el sello Alegre el primer trabajo en 1963. “El Bravo Soy Yo”. Se apoyó en la producción de Al Santiago y contó con la voz del ya experimentado sonero Frankie Figueroa quien estuvo con Kako, Memo Salamanca, César Concepción y Tito Puente. A mediados de la década del sesenta firmó con la disquera Neliz con la que grabó “Fabuloso y Fantástico” (1966) y “Latin Jazz Go Go” con la voz de Paquito de Jesús. Si para algunas bandas la era del boogaloo fue un traspiés que les condenó a la extinción, para la orquesta de Rosario se convirtió en una oportunidad. 

En 1968, firmó con el sello Atlantic para grabar “Boogaloo & Guaguancó”, un disco que fluyó con la contundente voz de Adalberto Santiago. Ese mismo año, grabó “Two Too Much” en la línea del Boogaloo. Este disco tiene la importancia de ser el primero en incluir el saxo tenor dentro de la formación orquestal. Para Willie Rosario, fue un experimento que llegó a feliz término. Según lo afirmó en alguna ocasión: “Entonces sugerí que armonizáramos el barítono con las trompetas y que fortificásemos los riffs de piano y bajo con el barítono durante los mambos ¡Fue un éxito!”. El saxo tenor se convirtió en la marca de la orquesta de Willie Rosario y aún no ha cesado de sonar. Entre los ejecutantes que han llevado esta responsabilidad están Beto Tirado, Chago Martínez y Shepp Pullman. 

La actividad de Rosario en la música se incrementó al punto de participar en grandes sesiones que pasaron a ser históricas. Fue percusionista y artista invitado en los discos resultantes de las presentaciones de “The Cesta All Stars” y en los Jam grabados de la inolvidable “The Alegre All Stars”.En 1968, un nuevo contrato con Inca Records, dejaría ocho discos con la agrupación de Mr. Ritmo. Diez años después, su contrato fue tomado por Top Hit Records. Ahí se quedó por seis años. En 1984, inicio sus grabaciones con Bronco Redords, la cual era propiedad del bajista y amigo desde los años de Los Dandys de Johnny Seguí, Bobby Valentín. La permanencia con este sello independiente llegó hasta 1991. En estas últimas dos décadas ha grabado con diversos sellos discográficos como NRT, Universal latino, Tiffany, Rodven Records, Gennara Records, Envidia, Universal Music y Fania. 

CUANDO SE CANTA BONITO

Hay una larga lista de vocalistas que han desfilado por la agrupación de Willie Rosario. Desde legendarios vocalistas de la era dorada como Frankie Rodríguez, Paquito De Jesús, Pete Bonet, Alberto Beltrán, José “Junior” Toledo, Frankie Figueroa, hasta fuertes exponentes del soinido de la Salsa neoyorquina como Adalberto Santiago, Miguel Barcasnegras “Meñique”, Troylang, “Chamaco” Rivera, Bobby Concepción, Guillo Rivera y exponentes de las nuevas posibilidades de la Salsa como Gilberto Santa Rosa, Tony Vega, Josué Rosado, Bernie Pérez, Primi Cruz, Rico Walker, Henry Santiago, Ángel Luis Vergara y Cheo Andujar, quienes han dejado éxitos a su paso. Por si fuera poco, ha invitado otros tantos que brillan bojo los nombres de Choco Orta, Iris Martínez, Rafael “Rafu” Warner y Mario Cora, Adalberto Santiago, Yayo el Indio, Elliot Romero, Carlos Santos, Charlie Aponte, Mario Viera, Alex D’ Castro, y Mario Ortiz Jr. Todos estos nombres se han visto a lo largo de los desarrollos constantes de la Salsa en diversas expresiones y latitudes. 

 ANÉCDOTAS DE UN CONSORTE

 Alfredo Rodríguez, legendario pianista cubano participó en los discos “Donde Nace el Ritmo” y “Más Ritmo”. Dejó la mejor descripción que resumía el carisma de Willie Rosario frente a su banda y corrobora que aprendió mucho de Johnny Seguí en cuanto a la postura del líder como instrumentista: “Él (Willie Rosario) es un hombre muy firme. . . casi nunca asumió solos. Tiene una manera muy personal de tocar los timbales y se concentra en el sonido de la orquesta; la sección de vientos es firme, la sección de ritmo es firme. Él no es el tipo espectacular que hace todo tipo de cosas en los timbales. Se mantuvo alejado de esta manera del principio al fin, es su marca de fábrica.”.Por mucho tiempo, se creyó que la canción “De Barrio Obrero A La 15”, había sido compuesta para la ciudad de Cali. En realidad, se trata de dos sectores de la ciudad de San Juan en Puerto Rico, donde hay también un barrio Obrero y una parada de troley número 15. Por esto, la canción dice en su coro: “Del Barrio Obrero A La 15, un paso es”.

En 2024, Willie Rosario llegó, admirablemente, a los 100 años de edad y los celebró en grande, en el coliseo José Miguel Agrelot, presentándose en concierto con algunos vocalistas que pasaron por su orquesta como Chamaco Rivera, Tony Vega y Gilberto Santa Rosa. Previamente, concedió a Latina Stereo una entrevista realizada por quien escribe estas líneas. Su carácter sencillo es un sello de su personalidad. Se reúne cada sábado con amigos para hablar sobre música y uno que otro recuerdo de su privilegiada vida artística. Con más de 60 años de carrera, Willie Rosario ya inscribió su historia en la sección de leyendas de nuestra música Latina.

¡Viva Willie Rosario!