El sello Latina Música, de la familia Latinastereo, publica uno de sus proyectos punta de lanza en la aventura de llevar música a los públicos amantes de la Salsa. Salsero 20 Aniversario, grabado en Las Palmeras Estudio, es un homenaje al oyente, un perfil sonoro, un sello distintivo. No podía llamarse de otra forma. Es la mejor manera de redondear un período que nació bajando del barrio Manrique al centro y trasegando por las calles de los sonidos más exigentes durante dos décadas de memorables historias cantadas, sonadas. Siguarajazz Salsero no es un resumen, es historia viva, latente, continua. Estos guapos de la acera candente, han llevado su filosofía a todas partes, se han parado en las tarimas más insospechadas, han tomado la ruta 063 para salir a representar su Manrique Mambo a cada paso, viajando en el tiempo por veinte años con toda la Salsa picante y llegar lejos, cruzando el puente sobre el río de los tiempos y ofrecer su espectáculo, como de película, para todo aquel que se considere Salsero… “Salsero, Salsero”.

Un tracklist contundente, variopinto, susceptible de ser asimilado por cada habitante de cada barrio, de cada ciudad, haciéndonos pasajeros de sus cantares. Un disco sobresaliente que se puede equiparar con las grandes obras de la historia, y de su historia plagada de experiencias sonoras destacadas y el gran aporte de talento venezolano. En Salsero, se respira Salsa dura, boogaloo, romántica de golpe, montuno, chachachá y mambo en ocho cortes que inician con el descriptivo corte epónimo Salsero, vocalizado por Gustavo Gerardo, haciendo el llamado a la celebración y exponiendo las cualidades rumberas de los integrantes.

El reposo parcial llega con el romance en tiempo de guaguancó descrito en Vino Amigo, suerte de lamento, brindis por ella y saludo a la ausencia del amor, como llamado etéreo a la musa del dolor, con la voz de Luis Fernando Gutiérrez ‘Fernandito El Sonero’. El tempo se acelera y el justo homenaje a ‘El Gordo’ García, padre del director de la banda Juan Fernando y el cantante Nicolás, a quien a través del tiempo, las violencias y las dificultades ha llevado alegría a grandes y chicos con su Barrio Comparsa, trepado en sus zancos, vestido de colores y la mirada puesta en el arte, todo ello en este feliz Mambo Gordo.

Volvemos a acompasar la marcha, en tiempo de son montuno y nos disponemos a un geográfico paseo hasta el barrio Manrique en la casa de Nicky y Trucu para visitar la zona oriental, sobre el compás montunero que se alimenta de instantes jazzísticos con el saxo soprano de Arbey Valencia y Fernandito El Sonero, sobrado de lote en la interpretación de esta Guajira Oriental. El ritmo sube levemente para denotar que ha llegado el fin de semana y los amigos nos esperan para otro Viernes Social, con la contundente voz del experimentado Mauricio ‘Mauro’ Mosquera.

La Salsa en Medellín se reinventa desde la línea que en los años setenta trazó Julio Ernesto Estrada, ‘Fruko’. Su presencia vital en este disco, en tiempo de Boogaloo, más allá del acompañamiento percutivo es la de la aplicación del concepto que se manejaba en los años base de nuestra Salsa. Fruku’s Boogaloo se erige como un tributo de bajista a bajista, Trucu a Fruko, con el respeto por la figura, pero la alegría de la camaradería, la cálida voz de Gustavo Gerardo describe el cuento, desde el Salsabús de Latinastereo, andando por las calles del barrio, con el fondo de banda salsera y la intromisión deliciosa de la guitarra eléctrica de Byron Sánchez.

Es imposible escapar de los aconteceres cruciales del presente, con las particularidades extrañas de las dificultades que plantea el aislamiento y los distintos efectos que ha tenido sobre músicos, público y el arte en general. Una pintura global representada en una historia personal. Presente Extraño que nos tocó vivir. La guitarra que abre esta gema fue ejecutada por Juan Fernando García, suavemente la voz de Fernandito nos va sumergiendo en la historia, cotidiana, familiar, global, preocupante y a la final, por efectos de la música, el tesón y la resiliencia, esperanzadora.

La calle, la esquina, el asfalto y el mambo asomándose por la rejilla de algún recodo citadino y el personaje callejero, Camaján saltando a su escenario, pintado de malevaje, dominio del callejón y la estampa vistosa en el vestir setentero en tiempos ‘mileniales’, su código de honor demostrado y la Salsa como emblema de bravo. Sonidos sórdidos, que evocan los autos plagados de gente de lente oscuro pasando indiferentes pero atentos, y el camaján parado en la esquina, con su pantalón de ‘terlete’, imponiendo su valía. No es Nueva York mi pana, es Manrique, parce.